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El año pasado, a pesar de los retos y dificultades que ocasionó la pandemia en todo el mundo, hubo un sector en particular que presentó buenos resultados y hasta alcanzó cifras históricas, convirtiéndose en un aliado clave para la reactivación de la economía.
Y es que, especialmente, la vivienda en toda su cadena de valor involucra varios actores que impactan directamente en el desarrollo de las sociedades y acompañan a las personas a cumplir su sueño de tener vivienda propia. Un anhelo que, con la pandemia, tomó más fuerza y se presentó como una oportunidad para generar más mecanismos para este fin.
Carlos Andrés Rodríguez, gerente de Vivienda y Subsidio de la Caja de compensación Familiar Compensar, habló con El Espectador acerca de los beneficios actuales para la compra de vivienda, las proyecciones para el 2021, las intervenciones comunitarias para crear entornos que mejoren el bienestar de las personas y la calidad de la vivienda.
¿Qué factores incidieron para que el 2020 fuera un buen año en temas de vivienda?
El año pasado sucedieron cosas significativas, por ejemplo, una serie de incentivos en términos de subsidios que antes no teníamos. Para hablar en términos de Vivienda de Interés Social (VIS), el año pasado confluyeron los subsidios de las cajas de compensación, el del Gobierno y, particularmente, nosotros en Compensar activamos el subsidio de arrendamiento, que beneficiaba a las familias que ganan menos de dos salarios mínimos y, por último, se activaron una serie de beneficios en tasas de interés de los créditos hipotecarios. En el caso nuestro, terminamos asignando 17.000 subsidios de vivienda, la mitad de los cuales fue dirigido a subsidio de arrendamiento.
¿Cuáles son las proyecciones que tienen para 2021?
La vivienda es un sector que reactiva la economía de manera directa. Nosotros tenemos un objetivo claro y es que con los proyectos que desarrollamos buscamos generar un impacto significativo. Este año se abrirán nuevos mercados en términos de nuevas zonas y nuevos municipios.
¿Por qué?
Las personas quieren vivir en sitios más tranquilos, con más verde, y todo tiene que ver con esa facilidad del teletrabajo. Por eso, hemos activado una serie de programas relacionados, primero, con el desarrollo de proyectos para esas necesidades y con la habitabilidad; es decir, con la capacidad que tienen las personas de vivir bien en su casa, y eso nos da paso a una segunda línea, que es el acompañamiento para mejorar los acabados en el hogar y con disposición de mobiliarios para que esas familias puedan habitar su espacio de manera adecuada. Esto es clave, porque son beneficios que van más allá de la compra de vivienda, sino que se puede mejorar una ya existente.
¿Tienen algún mecanismo financiero para facilitar estas remodelaciones y compra de vivienda?
Acabamos de activar una línea de crédito a largo plazo con unas tasas con cuotas fijas que cuentan con diferentes alternativas y mecanismos para que, dependiendo del tipo de familia y del número de integrantes, las facilidades sean a su medida y así puedan tener soluciones de vivienda, ya sea adquisición de vivienda nueva, mejoramiento del espacio o construcción en sitio propio.
La semana pasada ustedes lanzaron un nuevo proyecto en Funza, ¿de qué trata?
Sí, fue el lanzamiento de Zuame Inn, un nuevo proyecto VIS en Funza, un lugar donde ya tenemos una intervención de diez años y hemos hecho diferentes tipos de proyectos y particularmente, en medio de la pandemia, decidimos activar este lote estructurado y pensado en esas familias jóvenes que están empezando y que quieren, gracias a las posibilidades del teletrabajo, migrar y vivir en este municipio. Vemos que la proporción de espacio verde y de área es absolutamente ganadora.
Al ejecutar sus proyectos, tienen una intervención social en el entorno, ¿en qué consiste?
Nosotros tenemos una alianza con el Observatorio de la Universidad de los Andes, en el que reflexionamos e investigamos, con diferentes actores, sobre la calidad de Vivienda de Interés Social en Colombia y eso ha hecho que determinemos unos indicadores básicos y niveles mínimos en el desarrollo de los proyectos que tienen que ver como, por ejemplo, con la estimación de parques, de zonas verdes, las formas como se construyen las unidades de vivienda y los acabados. Esto hace que nuestros proyectos beneficien a las familias desde el comienzo y, en términos complementarios, con todos los programas que desarrollamos en cuestiones de habitabilidad y calidad de la vivienda.
¿Qué es una vivienda de calidad?
Con la Universidad de los Andes se ha definido que hay diferentes variables que impactan la calidad de la vivienda, una de ellas es la conexión de los proyectos con las ciudades; es decir, cómo se articula el proyecto con la ciudad en aspectos urbanos. Segundo, la cercanía; que haya colegios cerca, espacios para que los adultos tengan posibilidad de hacer actividades e infraestructura hospitalaria. Tercero, una proporción: que el espacio por metro cuadrado de los proyectos debe tener espacios verdes, calidad del aire y, por último, hay unas consideraciones en los acabados mínimos de las unidades de vivienda, espacios como la zona de ropas, distribución e iluminación; la sumatoria de estos factores determina que la vivienda sea de mayor o menor calidad.